Ya estamos metidos de lleno en la estación más agradecida de la naturaleza, el otoño, en la que las tonalidades de los bosques cambian el paisaje, y todo se llena de color y humedad al tiempo que los frutos silvestres maduran en los árboles.
Atardeceres melancólicos de serena belleza, tibios amaneceres llenos de sonidos y el ajetreo de los animales salvajes, que se hallan en periodo de celo o recolectando los frutos secos para pasar el invierno.
Las setas eclosionan por doquier y las primeras lluvias van llenando manatiales y arroyuelos.
Es el momento de echarse al campo y disfrutar de la belleza natural que esconde el mundo rural, comarcas, valles y pueblos, para hacer acopio de energía positiva y serenar nuestro espíritu y nuestra mente, además de respirar aire puro de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario